Caminando, me cruza una mina: “A que no me doy vuelta a mirarle el culo.”
En cumpleaños de compañeritos de mi hijo, ante la mesa de saladitos: “A que no pruebo nada.”
En un restaurante: “A que no como pan.”
En un cuarto oscuro en elecciones: “A que no voto a nadie.”
En un casamiento: “A que no bailo aunque me insistan.”
Ante mi ex mujer: “A que no hago lo que ella quiere.”
... Y sí. Habría que corregirlo. Mientras sigo apostando.
El que no arriesga, no pierde.
la del pan es una batalla totalmente perdida.
ResponderEliminar... y si llega a haber manteca durita y fría, ni te cuento, Ale.
ResponderEliminarIncreible existan quienes hacen apuestas como la nùmero uno, la mayoria ni se toma la molestia...
ResponderEliminarIncreible que existan quienes hagan apuestas como la número uno, la mayoría ni se toma la molestia...
ResponderEliminarcon manteca ya es cena (y riquísima)
ResponderEliminarpero como el plato ppal ya está pedido, la apuesta pasa al postre:
"a que no como postre" o mejor dicho: "a que no agarro una cucharita y le como la mitad del panqueque al de al lado"
sí, tengo hambre
:)