viernes, 16 de diciembre de 2011

El amor en los tiempos del chat - capitulo 1

lunes, 12 de diciembre de 2011

Navidad sin tus hijos... Grap.


Cuando te separás, sobrevienen varias etapas. Confusión, Negación, Depresión, Revolución, Constitución, Plaza Once... Y finalmente Aceptación, según dicen. Alguien la ha experimentado. La sugieren las religiones, la proponen los psicólogos, la recomienda la autoayuda y el Selecciones. La Aceptación; hay que tender a ella luego de cualquier fracaso. No hace falta aceptar la nariz que nos tocó: hay cirugías. No es necesario aceptar el sexo que nos tocó: podemos cambiarlo. Ni siquiera hay que aceptar la calvicie: hoy hay implantes, bastante más agradables que el bisoñé. Pero las separaciones, si bien son menos graves, son como la muerte. Algo se muere, hay que hacer el duelo, y seguir adelante. Y arreglate.

Cuando tenés hijos, se hace duro, y cuando no te toca tenerlos en Navidad… Sí, sí, hay que aceptarlo. La famosa resignación cristiana. Aún siendo judío, hay que resignarse cristianamente. Ya te tocarán a fin de año. Y que ella se chupe esa mandarina.

Pero la Navidad es tan infantil… Es una verdadera exaltación de la niñez, y pasarla sin tus niños se convierte en un áspero trámite.

Uno no sabe si contratarse unos extras pequeños que le hagan de familia, o directamente bajarse un par de somníferos con una caipiroska de Absolut y salir a hablar con algún reno que esté pastando en parque Saavedra.

O si aceptar la invitación a la casa de algún amigo o familiar que se apiadó de uno, que ya comenzó a comentar el conflicto en septiembre, como parte de la estrategia de marketing de su página, www.darlástima.net. Y en esa casa habrá otros niños, y uno pasará a ser aquél tío solari que se disfraza de Papá Noel. Pero uno quiere ser Papá, no él. Justamente, en Nochebuena uno exalta su paternidad.

Es entonces cuando la penitencia se hace notar. Porque separarse cuando hay hijos, para el varón tiene algo de penitencia. A uno lo mandaron al rincón, a Berlín, luego de las tres prendas. Y en esa noche de shopping y fuego artificial sos mucho más paria que en otras. Porque por más que estés feliz con tu nuevo estado, que esgrimas algún “por fin me la quité de encima”, en la Navidad de corazón solitario te pinta el patetismo y todo se hace más incómodo de lo habitual. En algún momento de la noche la garrapiñada se te clava en la garganta porque la angustia no le cede el paso.

Pero bueno; es bueno saber que hay alguien que también le pasa, no? A vos también? Buenísimo, somos dos. Y tal vez escribir esto sea preparar el terreno para que pase y ya. Y el 25 será otro día. Hay cosas peores. Hay MUCHAS cosas peores. Miles. (No busquemos ejemplos porque esto intenta ser comedia.)

Tomémoslo así: la incomodidad es buena. Porque uno busca (lleno de esperanzas) cambiarla, para estar cómodo de nuevo.

No hay que “ser” un separado, sino “estar” separado. No es lo mismo ser que estar. (También funciona con “casado”)

Y qué tanto; que la penitencia se acabe, antes de convertirla es una manera de ser.



martes, 6 de diciembre de 2011

La gente nueva viene con cuero, llantas y faltas de ortografía.


Muy de vez en cuando utilizo Internet para algo útil; y buscando datos sobre la aceleración de 0 a 100 km/h en ciertos automóviles GTI, me topé con foros en cuyas discusiones predominaban vomitivas faltas de ortografía en los poseedores de dichos autos.

Ante mis ojos pulularon repulsivos diálogos de este tipo:

… “207 gti o BM 120? kual me combiene? Todabia no me desido. Sime pueden decir, se los agradesere mucho…”

… “tengo un 207 compat gti y estoi mui felis con la compra. Aselera de sero a sien en 8 zegundos y es un caño en las ruta. Pero hací como te digo esto, ojo los ruidos del interior”.

… “Haber… el bm lo rebienta en velosidad final pero en pike el GTI lo pasa. Aunke yo tube un BM 325 y ahora no me vajás del mini cooper. se laztra cualkier peugeot”

… “hay flaco, nada que ber. El BM tiene un motoraso, no le busques el pelo al uevo. Como felis posedor de un 323 te lo puedo garantisar. Te yeba a cualquier lado en un toke”


Se que la náusea aparece leyendo cualquier foro. Pero en este caso, estos individuos que escriben “haber” en vez de “a ver”, acceden a autos que cuestan verdaderas fortunas. Está claro que el nivel cultural no va de la mano con el económico. ¿Pero qué pasó?

¿Por qué la gente de entre 6 meses y 31 años de edad, viene con faltas de ortografía?

Algo cambió. Como en aquél cuento de Bradbury en que pisar una mariposita en el pasado desencadenaba cambios irreversibles al volver al presente; alguien pisó una en 1991 y las reglas ortográficas no importaron más; las haches se revelaron, la ye se hizo bipolar, el de huyó del qué, y Mariano Closs comenzó a decir frases como “tengo ganas que meta un gol”.

Algún chip se desorganizó; algo pasó. En algún momento los errores ortográficos no importaron más y se empezó a pasar de grado igual.


Y alguien hablará de post menemismo, de políticas culturales (o de su falta), alguno de crisis en la educación, otro de medios, pan y circo y tinellización, y hasta elucubrará con que dos meses de expensas de las que paga Marcelo en Le Parc servirían para costearle una carrera universitaria a un Wachiturro.

Pero no es tan así: los jóvenes de countries también escriben “hay, qué lindo” o “hiva para hallá”. Y terminan el colegio igual. No solo pasa con el que no tiene recursos y se convierte en bailantero o hurtador de estéreos.

Me intriga mucho cómo empezó esto. Quién pisó qué mariposa.

Y qué hubiera pasado sin ese pisotón. ¿Sería oftalmólogo el Wachiturro?

… La banda Pibes Chorros se hubiese llamado Niños Agrimensores?


Si alguno tiene más claro qué pasó, lo espero acá, mientras sigo compartiendo la pasión por los GTI con ornitorrincos que escriben “Aselera de sero a sien km por ora.”



viernes, 2 de diciembre de 2011

La nacion - 2 / 12 / 11 - De Jujuy al Cervantes


Viernes 02 de diciembre de 2011 | Publicado en edición impresa



Platea infantil

De Jujuy al Cervantes

Unica función de El paseador de pájaros, de Pablo Novak

Por Juan Garff | LA NACION

Una historia de niños que encuentran soluciones a los conflictos del mundo adulto, en las que se combinan la poética de una magia creativa y la fuerza de las relaciones solidarias entre pares para sobreponerse a la mezquindad de brujas urbanas. Pablo Novak creó El paseador de pájaros como un cuento para sus hijos a la hora de ir a dormir, antes de convertirla en una obra teatral. Y como tal conserva cierto carácter onírico, de transición fluida entre la fantasía, el vuelo de lo imposible y también los miedos nocturnos, por un lado, y la vida cotidiana y contemporánea de la infancia en medio de tensiones sociales, por el otro.

Tony Lestingi fue con la obra en el bolsillo a San Salvador de Jujuy, en el marco del Plan Federal de Coproducciones del Teatro Cervantes. Allí seleccionó un elenco local y montó una puesta en escena del musical que se estrenó en julio de este año en el centenario Teatro Mitre de la capital jujeña, partenaire local de esta coproducción. La compañía está integrada por Agustín Gónzalez Maccagno, Noelia Cáserez, María Daniela Carril, Patricia Lubel, Nelson Argamonte, Gabriela Morel y Natalio Bognanni. A partir de allí comenzó un periplo que atravesó media docena de pueblos jujeños, para pasar luego a Chaco, Misiones, Catamarca y Tucumán, sumando unos 10.000 espectadores. Y culmina la gira este domingo en Buenos Aires, en la sala mayor del Teatro Cervantes.

La colorida puesta se basa en una fuerte integración de lo musical en la trama, con una amalgama de lenguajes escénicos que van desde la impronta de comedia clownesca, con sus quiebres y su toma y daca veloz, y personajes malvados cercanos a la caricatura (una eficaz Patricia Lubel), pasando por aportes de ambientación titiritesca, hasta la dinámica del trío protagónico que entrelaza canto, baile y actuación, sólidamente conducido por Agustín González Maccagno en el rol de Nico, el paseador de pájaros, que fluctúa entre el deslumbramiento y el amor por sus dos amigas más cercanas.

La iniciativa de la coproducción, que parte en su concepción de Buenos Aires, pero se cristaliza en una puesta en escena en Jujuy, abre un puente sobre la frontera de la Av. General Paz que es escasamente transitado por el teatro para chicos. Son pocos los elencos no comerciales que cruzan hacia el interior, pero muchos menos aún los de las provincias que pueden presentarse en la Capital. Es en cierto sentido sorprendente, porque existen algunas vertientes de teatro para chicos interesantes en el interior, que podrían potenciarse al confrontarse con la escena porteña. Y existe, claro, en todo el país un público infantil potencialmente muy grande y siempre agradecido por un buen espectáculo. Bastaba ver la platea colmada del Teatro Mitre en la capital jujeña en las funciones de estreno, desde las que se multiplicaban las exclamaciones de solidaridad con los protagonistas y el repudio a la maléfica Viuda Wilchinson.

Tal vez una ampliación de los actuales planes de apoyo a la creación teatral para facilitar ese cruce entre escenarios, tal como lo realizó esta temporada con fuerte repercusión El paseador de pájaros, pueda impulsar un movimiento de mayor apertura de los circuitos teatrales dedicados a los chicos.

PARA AGENDAR

El paseador de pájaros: de Pablo Novak. Teatro: Nacional Cervantes, Libertad 815. Domingo, a las 17.30. Entrada libre..