domingo, 15 de mayo de 2016

Lo que es tuyo sin serlo

Hoy pasé por un edificio en la calle French y les dije a mis hijos: "ahí nos íbamos a mudar una vez cuando era chico."
Recordé una antigua hipótesis que tenía a la que llamaba “LO QUE ES TUYO SIN SERLO”.
Las casas en las que no viví, pero con las que especulé con habitar alguna vez; esas que quedaban “finalistas” en la búsqueda de dónde vivir, las siento de alguna manera, como si me hubiesen pertenecido.

Me pasa algo parecido con algunas novias que nunca tuve.

Una vez leí un tuit que decía “esa estúpida sensación de sentir celos por una persona que no es nada tuyo”. Sigue la misma lógica. Claro, podemos sentir celos de alguien a quien ni besamos o que hasta ni conocemos bien. Son personas que podrían haber sido nuestras, que en nuestra cabeza barajamos como posibles parejas, novias o minas que nos gustan mucho, asignaturas pendientes, que si las vemos con alguien nos da celos. ¡Y que por ahí ni nos junan!
Serrat cantaba: “no hay nada más bello que lo que nunca he tenido.”
Y claro; es lo que nunca he tenido materialmente, pero lo he deseado; el desar algo lo hace un poco nuestro: estamos donde está nuestra atención. 

Esas novias que nunca tuve, me han rescatado de algún vacío.
“No necesito silencio, ya no tengo en quién pensar”, dice Atahualpa Yupanqui, y está aburrido; por eso no engrasa los ejes de su carreta; para que hagan ruido, pues no hay “nadie que lo entretenga” en su cabeza.

Esas que no tuve (pero en las que pensé mucho), son como casas que no fueron mías pero que habité, de algún modo, especulando.
Es como cuando de chicos decíamos:
-Viste tal película?
-No, pero me la contaron.

Una clásico masculino es contar a otros varones las andanzas sexuales. No tiene mucho sentido transar con alguien y no poder contarlo.
Y también de algún modo, como las pelis “que te contaron”, cuando un amigo tuyo "le entraba" a una figurita difícil… Era también un logro tuyo. Ella estaba mas cerca... -¿Te la transaste? No, pero me la contaron - podías argumentar.
No todo lo que asimos o sabemos nuestro, nos es experienciado. 

¿O acaso Dios no es también, inicialmente, un relato de terceros que muchos dicen sentir en carne propia?