2-El niño de clase media desenrosca una y tira la otra tapita, cada tanto, cuando nadie lo ve.
3-El niño pobre se come, con suerte, la merengada entera.
4-El niño con conciencia de clase o culposo, se come las tapitas primero y deja el relleno para el final.
Cada cual hace lo que hace, pero seamos francos: las tapitas no son ricas. Son una excusa para acceder al interior. Es cierto que el relleno sólo, tampoco es fácilmente tragable. Tal vez la solución sea una sola tapita. O fabricar merengadas con tapas más finitas.
Confieso que actué como el niño 2. Y que mi hijo, sin que seamos ricos, siempre actuó como el 1.
Yo como soy culposo nunca le dije nada. Y supongo que escribo esto por conciencia de clase.
Como la del niño 4.
(Tejiendo hipótesis a la hora del te.)
Verdad!! De igual modo la culpa nos perseguía cuando era impensable comer una feta de jamón sin que lo hagamos en un emparedado... ja, cosas de otros tiempos...
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