miércoles, 18 de julio de 2012

Lo que comemos

Somos lo que comemos Qué me quieren decir?
¿Acaso me vieron cara de corvina a la vasca?...


Ya sé, hay que alimentarse bien, y es sano por ejemplo comer brócoli.










Aunque no le sienta bien al prójimo… Y es probable que huya cuando te sienta.

- Qué es de la vida de Alfredo?... Lo dejó la mujer. Mucho brócoli…



























En fin. El punto es: Las cosas que hacen mal suelen ser las más ricas.
Y en ese círculo vicioso se debate la humanidad. Aclaremos: la humanidad de clase media para arriba. Porque la frase somos lo que comemos es un planteo de las acomodadas. Las clases bajas se plantean más bien: - “¿Lo qué, comemos?...”



Y no me digas que el dulce de leche de Freddo, una provoleta, o  el pollo frito, no son deleites de los sentidos...




Aunque sí, claro, averguenza. A mi me da vergüenza mi alimentación.
Se que me estoy debiendo muchas frutas y verduras; quisiera comer más pero me cuelgo. Me emploma hacer la colita en el súper para pesar las verduras, y andar despegando las bolsitas que para que resbalen debés lamerte los dedos, sucios de tocar mercadería y llevar el carro que antes llevaron tantos. Todo ese trámite hace que siga de largo del sector verdulería y que mi ingesta vegetariana mensual dependa de algún salad bar de restaurante, o de eventuales visitas a esas señoras oriundas de Bolivia que ofrecen su frutamen en ciertas veredas. Algunas poseen balancitas de dudosa precisión, y enormes monederos de colores. Hacen como que te pesan la fruta para que te sientas satisfecho, cosa que ocurre a medias.



Sostienen la balanza con una mano y con la otra cuelgan un instante la bolsita con tus 2 manzanas que milagrosamente ya constituyen un kilo. Como hay gente esperando, te hacés cargo y elegís algo más en un trámite que te lleva unos 39 segundos, y te cuesta unos 52 pesos. Saladito; pero bueno, no despegaste bolsitas y además contribuiste al apoyo entre pueblos hermanos del Mercosur.


Pero después, al comer vegetales...


... te sentís sano y te amigás con el mundo espiritual durante un par de días. Es como encarar un libro después de ver mucha tele; como almorzar con tu madre después de mucho sexo.

Y a eso deben referirse también con somos lo que comemos. Al sexo.
“El pez por la boca muere”, “Dime con quién andas…”, o “Quien mal anda mal acaba”; (connotación sexual directa), todos refranes que aluden a cosas similares.
No por nada, alineando sexo con alimentación, hoy se usa preguntar:
¿a quién te estás comiendo?...”

Puedo contestar eso; pero no me preguntes lo que como porque me da vergüenza.

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