martes, 22 de julio de 2014

Eso es todo, Amigos?...


Vi por la tele un documental junto a mi hijo. Argumentaban allí que el hombre nunca llegó a la luna y que lo del Apolo 11 fue todo una simulación. Me puso de mal humor. Mi hijo, ya informado sobre la teoría conspirativa, repetía con displicencia las pruebas, adhiriendo quizá, y/o abierto también a lo contrario. Noté que le daba lo mismo si era cierto o no lo que el programa ventilaba; con su estilo de no sorprenderse demasiado de casi nada, a sus once años. Si pisamos o no la luna no parece cambiarle nada. ¡Pero a mí, sí!








Según el informe, aquellas tomas de 1969 supuestamente eran trucadas y no habían sido hechas en superficie lunar sino en un set de filmación o en un lugar alternativo, como el playroom o la habitación de servicio de la casa de los Kennedy.


Se me movió el piso. ¿Cómo es posible? Si fue así; ¿cómo pudieron engañar 40 años al mundo? Mi vida entera se pone en duda: si es mentira que llegamos a la luna, puede ser mentira cualquier cosa.
Mi hijo continuó el zapping hacia otros canales. Yo sigo inquieto y aún no puedo cerrar la mandíbula. ¿Cómo se atreven a venir así como así a moverme la tierra (o la luna) tan de golpe?


Las teorías conspirativas también son una conspiración en sí mismas. Comparto su afán de hacernos dudar sobre el orden establecido por los relatos oficiales, pero convengamos también, de algo hay que asirse para vivir. La confianza es importante. Creer en la historia del hombre. Confiar en que algo sucedió de verdad. En este caso, lo vieron nuestros padres! Lo vieron millones de personas por la tele en directo, emocionados, un gran salto para la humanidad! ¿Y ahora vienen estos molestos a mearnos el asado? "Lo que pasó, pasó" dijo Daddy Yankee... ¿O ahora tampoco fue él?




Pero si fuese cierto que nunca llegamos a la luna, ¿qué otras cosas podrían ponerse en duda? ¡Todo!... Pueden nuestras grandes verdades ya no serlo. La penicilina podría ser una mentira y dar un mero efecto placebo, Sarmiento pudo haber sido mal alumno e incluso quedado libre por faltas. Lo del genoma humano puede ser todo un verso; la tierra no girar ya más hace rato alrededor del sol; hasta el video de Wanda pudo haber estado trucado!


Hay que creer o reventar, dice el dicho. Prefiero creer, todavía. Reventar, mancha.


Instaurar el Día del Amigo fue iniciativa de un argentino, un tal Febbraro, quien lo propuso ese día: el 20 de julio, el del alunizaje (o será “alucinaje”?) como un gesto de amistad de la humanidad hacia el universo.
Que la Amistad existe, es un hecho, tal vez el más hermoso.



Bajemos por ahora el raro trago con otro trago, y parafraseando a Groucho:

“Todo el mundo debería creer en algo. Yo creo que voy a seguir bebiendo.”




1 comentario:

  1. El hombre debe tener algún lugar donde asirse para no morir de angustia o locura, eso es cierto. Pero la madurez del hombre exige también que aprenda a vivir con la incertidumbre.
    Tal vez no siempre, constante taladrándole el cerebro, pero debe aprenderse que no somos mucho más que lo que percibimos, y en ese orden de cosas hay que estar dispuesto a aceptar que en última instancia lo que supimos como cierto puede mañana no serlo. Uno debe aprender a vivir en paz con ese sentimiento, que toca la raíz del hombre, esto es, el no saber todo, el no tener las respuestas finales.
    ¿Habremos llegado a la Luna? ¿Me habrá querido esa mujer? Nos preguntamos. ¡Qué importa! Para nosotros que estábamos sentados viendo la tele mientras el cohete despegaba el aterrizaje fué cierto, y en ese momento que compartimos una o varias noches esa mujer para mí me amaba.
    Y si después nos enteramos de otra cosa, entonces será otra cosa, pero no cambiará ese momento. Y es que es curiosa la vida del hombre, que cuando todo ha sido dicho y oído, sólo le quedan los recuerdos.

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