martes, 13 de septiembre de 2011

La gente se divide.

Los pasajeros de un avión se dividen entre los que aplauden cuando aterriza y los que no.

Dentro del grupo de los que aplaude, están los que lo hacen tímidamente, tal vez sometidos por el entusiasmo de los que arrancan el aplauso. Esos; los que lo arrancan, son bien particulares.

Suelen también aplaudir en el cine cuando termina una película; aún a sabiendas de que ningún actor o integrante de la misma jamás oirá su aclamación.

Son seres extrovertidos, algo histéricos, que hablan fuerte en cualquier circunstancia y te destrozan la mano al saludarte.

En el mejor de los casos serán buenos locutores de AM, afables canillitas, confiables remiseros o personal de seguridad, excelentes asadores. En el peor, unos plomos insoportables.

No tienen censura y eso en un grado es bueno.

La sociedad necesita de ellos. Pero no en un porcentaje mayor al 12 %.

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