En el zoológico
hay animales más protagónicos que otros. Cuanto más grande, simpático o
depredador, o si su imagen ha sido beneficiada por Disney-Pixar,
más miradas acapara.
Pero como mi atención suele recalar en los de menos
prensa, perdedores o desplazados, quiero traer hoy a colación a esas criaturas
insulsas, tímidas y de perfil bajo que pululan fuera de las jaulas. Son las
maras, o liebres patagónicas. Las ubicás, supongo.
De tamaño perro y
apocada personalidad, intentan infructuosamente pasar desapercibidas; a veces hasta
simulan ser estatuas. Son para mí, animales
“extra”. Ni protagónicos, ni secundarios. No dicen nada. Están ahí,
simplemente. Pasan corriendo. Como a los extras, les han marcado una mínima acción:
que caminen; que crucen de vez en cuando. Y no intentes relacionarte con ellas,
porque enseguida salen de cuadro.
Supongo que alguien
sembró a las maras en el zoo, allá por el 1900. Habrá dejado un
casalito, a ver qué pasaba, y se empezaron a multiplicar hasta las miles que
son hoy. Algún gen de sometimiento las debe gobernar, ya que andan sueltas y en
la historia de las maras ninguna se ha escapado.
Bien podrían contar tres y
salir corriendo por la entrada de Libertador hasta perderse en zona Rosedal, y
sin embargo ninguna quiere huir. No piden nada. Nadie se hace mucho cargo de
ellas. Son homeless. No tienen cucha. Se tiran por ahí, cuando todos nos vamos. No tienen cuil
ni obra social; muy cada tanto aparece alguien del Sutep (sindicato de extras) para
ver si está todo bien.
Investigando un
poco: la liebre patagónica no es una liebre. Llamada con el suspicaz nombre
científico de Dolichotis Patagonum(*),
se trata del roedor casi más grande que existe; aunque parece no saberlo. Es
netamente argentina.
Y como si eso fuera poco, es monógama. Un detalle que esclarece algunas cosas. Siendo que muy
pocos roedores, y menos de un 5% de todo el reino animal es monógamo, de ahí
puede venir su resignada docilidad; podría dejarnos más claro porqué no se raja
a la mierda.
Las maras forman
pareja de por vida. No tienen facebook; eso también ayuda. Ojo, tampoco se las
ve muy apasionadas. Al no estar enjauladas, están menos en cautiverio que el
resto de los animales, pero convengamos, es una libertad con límites
autoimpuestos. (Como todas las
monogamias.)
Imaginemos a cualquier
otra especie, suelta por el zoo… Los monos, por ejemplo. Claramente, eso sería
libertinaje.
Un mono con navaja,
agarrate.
A la mara, en
cambio, dale una victorinox de las grandes y quedate tranquilo que ni fu ni fa.
(*) lo de Dolichotis, es posta.